El cultivo del aguacate, situado principalmente en las zonas costeras de Málaga y Granada, constituye junto con el almendro, el frutal no cítrico con mayor superficie, según datos estadísticos de la Junta de Andalucía. Una de las características más relevantes de este cultivo en Andalucía siempre ha sido que su buena situación fitosanitaria le ha permitido su producción sin residuos, no obstante, esta situación se ha visto alterado por la llegada de nuevas plaga y enfermedades, consecuencia del movimiento de personas y material vegetal entere distintos países. Es el caso de del ácaro cristalino (Oligonychus perseae), detectado por primera vez en 2004 en plantaciones comerciales de aguacate de la provincia de Málaga, y que se ha extendido por toda la zona productora del litoral mediterráneo andaluz, convirtiéndose en una de las principales preocupaciones de los productores de aguacate.
Se trata de un ácaro tetraníquido, cuyo huevo es esférico y de color blanquecino. El macho es de forma aperada, amarillento con algunas manchas oscuras. La hembra de color similar, algo mayor de tamaño y con una forma más redondeada.
Este ácaro construye nidos de tela en el envés de las hojas principalmente a lo largo de los nervios, que le sirven como protección frente a las condiciones ambientales y los depredadore. En su interior las hembras se alimentan y ponen huevos y los estados juveniles se desarrollan. La alimentación del ácaro dentro de los nidos, provoca la aparición de manchas necróticas circulares, cuando agotan el recurso disponible abandonan el nido y forman uno nuevo, de esta forma pueden llegar a afectar hasta el 90% del área foliar. La necrosis de los tejidos reduce la capacidad fotosintética y la hoja y en ataques severos junto con situaciones de estrés hídrico, puede llegar a provocar la caída de hojas y dejando al descubierto ramas y frutos, aumentando así el riesgo de “quemaduras por calor”.
En España, el control de ácaros está dando prioridad a métodos que permitan mantener el estatus del aguacate como producto sin residuos, entre ellos destaca el control biológico mediante el uso de depredadores naturales del ácaro cristalino, como son los ácaros fitoseidos. Los meses de mayo y junio son decisivos para garantizar el éxito del control biológico. Otra medida importante es el manejo de la cubierta vegetal y la siembra de plantas que proporcionen polen, para favorecer a los depredadores.
También es importante realizar un seguimiento para estimar el riesgo existente para el cultivo, de acuerdo con la guía de gestión integrada de plagas para el aguacate (MAPA, 2021), entre los meses de mayo y noviembre se deben muestrear como mínimo 30 hojas/10 árboles del último brote maduro y contar el número de formas móviles de los nidos adosados al lado apical del segundo seminervio izquierdo del envés de cada hoja.
Se recomienda restringir todo lo posible el uso de tratamientos químicos para no afectar a las poblaciones auxiliares y tratar únicamente cuando los nidos estén realmente ocupados y haya defoliación que pueda producir quemaduras en los frutos.
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