Con el aumento de las temperaturas llegan las plagas adaptadas a condiciones áridas, cuyo efecto se ve reforzado con el calentamiento global que ha producido cambios en el metabolismo de los insectos, favoreciendo su reproducción, una mayor agresividad y resistencia. Es el caso de la araña roja o Tretranichus Urticae, especie altamente adaptada a condiciones de altas temperaturas y bajas humedades, cuya incidencia en cítricos se ha visto que está aumentando con el paso de los años, especialmente en clementino y el limonero. El periodo de presencia de esta plaga suele oscilar desde mayo hasta noviembre.
La araña roja es una de las muchas variantes de ácaros que se alimentan de plantas en ambientes secos y cálidos. Es muy pequeña, 0´5 mm en su etapa adulta, por lo que a simple vista la vemos como unos pequeños puntos rojos en las hojas o en los tallos. Vive generalmente agrupada en colonias en el envés de las hojas. Produce hilos que le sirven como refugio y protección frente a condiciones desfavorables, de ahí su nombre de araña cuando se trata de un ácaro no un arácnido.
Se alimentan de las hojas, de sus contenidos celulares, causando decoloración y desecación que se suele manifestar en forma de machas amarillentas y/o abombamientos en el haz. Esto puede desembocar en defoliaciones, especialmente en verano. La consecuencia final es que produce un aumento de la vulnerabilidad de la planta frente ataques de patógenos, pudiendo llegar finalmente a producir la muerte.
También se alimenta de los frutos provocando la aparición de manchas oscuras por su superficie. Si el ataque llega a ser fuerte, el fruto aparece de color gris.
Para su control es importante aumentar los mecanismos de defensa naturales de la planta y mantenerla en buen estado nutricional, asegurando un correcto crecimiento y desarrollo, mejorando así la resistencia frente al ataque de plagas.